La Fortuna Del Millonario.

La Fortuna Del Millonario.

Menguada su fortaleza, por la ley escrita en amarillentos papiros, el hombre baja la cabeza ante quien haya asumido lealtad a lo allí escrito.
Sometido casi sin voluntad propia, se ha rendido y perdido su instinto y se asoma a la vida convertido en autómata.
Completamente nublados los impulsos que lo separaron alguna vez de las bestias y lo hicieron alguna vez sentir “amor”, camina sobre aquellos que cruzaron por su camino en el abrazo cálido de la camaradería fraternal de la amistad sincera, y a todos ellos les puso lapidas sin nombres.
Hoy convertido en emperador de su fantástico mundo a pasos logrado, toma a la que será su emperatriz, para transformarla en una abeja reina, para la crianza de sus pequeños zánganos, y sin sentido alguno verá pasar los años solo como una agenda cumplida.
Cegado por todo aquello que brilla, no se dará cuenta de que en el lugar que llama “mi castillo”, solo escuchará el eco de su propia voz, y que en el reflejo de su copa de vino importado, tal vez ahí en ese momento, cuando vea que su cabello es blanco, y que su rostro no es el mismo que la de el retrato sobre la chimenea, y en cambio que el rostro del otro cuadro en la sala, que no ha cambio jamás, por que la mujer retratada allí, ya no está, hace mucho tiempo ya, recién ahí se de cuenta, que entre todos sus caros trofeos y joyas, la posesión más bella que tenia se ha marchado llevando su belleza y juventud con ella, junto a los cantos risas y juegos de los niños, que fueron alguna vez solo parte del paisaje que jamás tasó.
Sentado en la orilla de su cama, verá sobre la mesita de noche un papel con un número de teléfono, y escrito en el la frase “Te Amaré Por Siempre…”, pero no será hasta el día en que matemáticamente no le calce en ninguna parte de la ecuación la palabra “amor”, cuando decida analizar lo que estuvo siempre ahí y no pueda ver en ello más que solo números en el censo familiar.
Abrirá los ojos a la mañana siguiente, pero en el espejo solo verá el vacío que hoy solo llena la inerte imagen del cuadro sobre la chimenea y que en definitiva le ha costado, ya en la cima de lo anhelado, la real felicidad, esa que no vale la cubierta de lagarto de la chequera que cubría las falsas sonrisas tras el parabrisas del auto del año.
Asumiendo ya tarde esa soledad, buscará satisfacer su vanidosa necesidad de figurar ante los demás como un personaje pleno, culpando siempre a los demás de sus propias falencias, y manifestando espontáneamente una seguridad en el actuar como si fuese un ser perfecto, un semidiós, tal vez un moderno “Rey Midas”, cuando realmente, lo que ha tocado, solo lo ha convertido en polvo.
Entre el lujo y la privacidad de su gran casa solo se lamenta y maldice por el abandono, del que pregona, fué una “victima”.
Pero es tal su ego y necedad que por ningún motivo reconocerá que todos los años pasados, realmente tuvo todo. No valoró que en realidad poseía todo lo que en conciencia soñamos todos alguna vez, era dueño de una fortuna incalculable,…
…el amor incondicional de su esposa e hijos.


Trölltaar.